24 de febrero de 2015
Maquillaje Elena Higuera
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¿Por qué es importante conocer nuestro tono?

 Saber hacerlo es casi un arte y muy pocas mujeres saben,  y no es solo por el color o la textura, sino por la manera en la que nos la aplicamos, la luz con la que lo hacemos y el resultado final. Por ello, os voy a contar los factores que hay que tener en cuenta para elegir bien y comprar la que más os conviene.

El  resultado dependerá del estado en el que se encuentre la piel. Así que, como paso previo, es fundamental exfoliar para conseguir un aspecto uniforme e hidratar para evitar que se cuartee la base de maquillaje. Las más expertas pueden incluso utilizar un fijador (loción blanquecina que iguala la piel) o un iluminador. Luego llega la hora de aplicar la base de maquillaje, aunque antes habremos tenido que elegir entre una infinidad de fórmulas (ligeras, cubrientes, mates, satinadas…). Es entonces cuando nos asaltan dos dudas fundamentales: cómo acertar con el color y qué textura elegir

El color:

Lo fundamental es probar el producto en el rostro limpio. Te recomiendo poner varias muestras longitudinales de distinto tono en la parte inferior de la mejilla y encima del mentón. Ha de elegirse la que más se asemeje a la piel del cuello. Cuando lo hayas probado sal a la luz de la calle y miraté en un espejo, ya que las luces de las tiendas falsean el color real.

Las texturas:

1. Emoliente: son ideales para las pieles secas o expuestas a ambientes secos. Existen tres versiones, y optar por una u otra depende, básicamente, de la que resulte más fácil de aplicar.

2. Fluida: es la más vendida. Ofrece un resultado muy natural, pero no es la fórmula más cubriente. Es excelente para llevar de día.

3. Crema: es la más untuosa, ya que se trata de una emulsión de agua en aceite. Se puede controlar su cobertura, dependiendo de la cantidad que se aplique, por lo que es perfecta para un maquillaje de noche y también para las pieles maduras. Funciona muy bien Miracle Touch de Max Factor, que combina los beneficios de un maquillaje compacto (cobertura uniforme) con los de una base líquida (facilidad de aplicación y ligereza).

4. Mousse: curiosa textura que se transforma en espuma gracias a su difusor. Es muy ligera, y las mejores candidatas son las pieles jóvenes sin imperfecciones. Lo negativo es que tiene un formato que apenas se ha comercializado en España.

5. En barra o compacto: en su origen, estas bases nacieron para ser utilizadas por los actores de teatro o de cine por su cantidad de pigmentos colorantes. Entonces resultaban muy pastosas y espesas, pero hoy su formulación ha cambiado. Son productos ligeros y lo bueno es que siguen siendo extremadamente cubrientes, por lo que resultan más adecuados para la noche y en temporada invernal. Se pueden aplicar en todas las pieles, aunque no es recomendable en las muy grasas, por su alta proporción de aceites y ceras.

6. En polvo: la mejor opción para las pieles grasas o con una persistente zona T, pues absorben el exceso de grasa y evitan el desplazamiento del color y los brillos. Es una mezcla de maquillaje y polvos que se aplica con una esponjita de manera sencilla. Resulta muy sutil, es rápido y permite retocarse (previamente, hay que retirar la grasa con un pañuelo de papel).

Los maquillajes de hoy en día son fórmulas muy sofisticadas, que hidratan, nutren, reafirman, corrigen y actúan mientras están sobre nuestra piel. La oferta del mercado es inmensa, por eso conviene, en casos en los que se quiera ocultar defectos, realizar una búsqueda más exhaustiva. Por ejemplo, las pieles con acné deben elegir fórmulas libres de aceites para controlar la grasa y no comedogénicas. Las pieles con pigmentación han de optar por un maquillaje que las trate. En el caso de las pieles cansadas, nada mejor que bases con efecto tensor. Para las pieles maduras, cremas antienvejecimiento que prolonguen los efectos de los tratamientos diarios.

Trucos:

– Y tan importante como comprar el producto adecuado es saber aplicarlo. Por eso un factor que no hay que descuidar es la luz de la estancia donde nos estamos maquillando. Lo ideal es que sea natural y que nos ilumine de frente para que no distorsione los volúmenes. Pero si eso no es posible y hay que acudir a la luz eléctrica, hay que evitar la luz cenital porque forma sombras irreales.

– La siguiente regla de oro es comenzar aplicando la base por la zona central y en vertical al rostro, colocando una pequeña cantidad de producto en la frente, nariz, barbilla y pómulos. Hay que difuminar el producto hacia los laterales y hacia el cuello, y aplicar la cantidad justa para evitar el “efecto máscara”, ¡¡¡NO me cansare de decirlo!!!

– Recomiendo aplicar un tono de base lo más parecido al tuyo para poner en las zonas donde tengamos manchas que disimular o rojeces que tapar; esto nos aportará una piel más sana, joven y ligera. Si se quiere dar un toque más oscuro, sugiero los polvos de sol, más naturales que la base de maquillaje, siempre que hayamos disimulado previamente las imperfecciones con la base

– La textura no siempre debe de cambiar, pero sí el color y la cantidad de maquillaje que debemos aplicar, porque en verano la piel está más morena, y tendemos a utilizar maquillajes más sutiles y naturales, y bases más ligeras. Podríamos seguir utilizando el mismo, pero con mucha menos cantidad y unos tonos más oscuros que en invierno.

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